Esta
es la única habitación de la torre y no hay nadie ahí. Al menos… -Dejó la frase
sin terminar, se levantó y abrió una ventana. Era la única abertura en la pared
de la que parecía proceder el ruido- ¡Mira!
(…)
“Y llegó la noche fatídica. Cansado por
la emoción, las vacilaciones y el desaliento, me acosté temprano y logré
conciliar algo de sueño. Pero en mitad de la noche ocurrió algo. Un poder
maligno, empeñado en destruir mi paz para siempre, me despertó e hizo que me
incorporase para prestar atención a no sé muy bien qué. Me pareció oír unos
ligeros golpes en la pared: el fantasma dio una señal que me resultaba
familiar. Poco después se repitieron: uno, dos, tres, no con mayor intensidad
que la primera vez, pero como si ahora hubiera una mayor tensión o urgencia.
Estaba a punto de contestar cuando el
diablo volvió a intervenir en mis asuntos y me sugirió al oído que tenía la
ocasión de vengarme.
Fragmento extraído de:
Cuentos de fantasmas, VVAA, Editorial Oxford
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