SOMBRA:
es esta
noche, don Juan,
el espacio
que nos dan
para buscar
sepultura.
Parte Segunda. Acto I. Escena IV
Un punto se
necesita
para morir
con cordura,
porque
mañana, don Juan,
nuestros
cuerpos dormirán
en la misma
sepultura.
Parte Segunda. Acto II. Escena IV
DON JUAN:
¡Oh!
Arrebatado el corazón me siento
por vértigo infernal…, mi alma
perdida
va cruzando el desierto de la vida
Dudo…, temo…, vacilo…,
en mi
cabeza siento arder un volcán…
(…)
¡Jamás creí en fantasmas…!
¡Desvaríos!
Mas del fantasma aquel, pese a mi
aliento,
los pies de piedra caminando siento,
por doquiera que voy, tras de los
míos.
¡Oh! Y me trae a este sitio
irresistible,
misterioso poder…
(Levanta la cabeza y ve que no está en su pedestal la estatua de Don
Gonzalo.)
¡Pero qué veo!
¡Falta de allí su estatua…! Sueño
horrible,
déjame de una vez… No, no te creo.
Sal, huye de mi mente fascinada,
fatídica ilusión…
(…)
La efigie de esa tumba me ha
invitado
(…)
Heme aquí, pues: comendador,
despierta.
(Llama al sepulcro del Comendador –Este sepulcro se cambia en una mesa (llena) de culebras, huesos y fuego, (…) Encima de esta mesa aparece un plato
de ceniza, una copa de fuego y un reloj de arena –Al cambiarse este sepulcro,
todos los demás se abren y dejan paso a las osamentas de las personas que se
suponen enterradas en ellos, envueltas en sus sudarios. Sombras, espectros y
espíritus pueblan el fondo de la escena )
Parte Segunda. Acto III. Escena I
DON JUAN:
¿Y ese
reló?
ESTATUA:
Es la
medida
de tu
tiempo.
DON JUAN:
¡Expira ya!
ESTATUA:
Sí; en cada
grano se va
un instante
de tu vida.
DON JUAN:
¿Y esos me
quedan no más?
(…)
ESTATUA:
Don Juan,
un punto de
contrición
da a un
alma la salvación
y ese punto
aún te le dan.
DON JUAN:
¡Imposible!
¡En un momento
borrar
treinta años malditos
de crímenes
y delitos!
ESTATUA:
Aprovéchale
con tiento,
(Tocan a muerto)
porque el
plazo va a expirar,
y las
campanas doblando
por ti
están, y están cavando
la fosa en
que te han de echar.
(Se oye a lo lejos el oficio de
difuntos).
(…)
DON JUAN:
¿Y esos
cantos funerales?
ESTATUA:
Los salmos
penitenciales,
que están
cantando por ti.
(Se ve pasar por la izquierda luz de
hachones, y rezan dentro).
DON JUAN:
¿Y aquel
entierro que pasa?
ESTATUA:
Es el tuyo.
DON JUAN:
(…)
¡Mas ahí
estáis todavía
(A los fantasmas)
con quietud
tan pertinaz!
Dejadme
morir en paz
a solas con
mi agonía.
Mas con
esta horrenda calma,
¿qué me
auguráis, sombras fieras?
¿Qué
esperan de mí?
(A la estatua de Don Gonzalo).
ESTATUA:
Que mueras
para
llevarse tu alma.
Y adiós,
don Juan; ya tu vida
toca a su
fin, y pues vano
todo fue,
dame la mano
en señal de
despedida.
(…)
conmigo al
infierno ven.
(…)
(Don Juan se hinca de rodillas, tendiendo al cielo la mano que le deja
libre la estatua. Las sombras, esqueletos… van a abalanzarse sobre él, en cuyo
momento...
Parte Segunda. Acto III. Escena II
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